Una fórmula impecable: Bierzo y mencía
05.12.07 | 13:08.
En la última década los vinos del Bierzo han sufrido una impresionante revolución con la llegada de nuevos inversores, atraídos por el enorme potencial de desarrollo de la zona, lo que sumado a las inversiones locales ha reactivado el sector y elevado muy notablemente el nivel general de sus vinos, que han conseguido situarse en el pelotón de cabeza de los que se consumen en los restaurantes más selectos, en tiendas especializadas, y se han introducido con fuerza en los mercados internacionales. La comarca de El Bierzo, que da nombre a esta Denominación de Origen principalmente basada en la casta tinta mencía, es una depresión natural situada al noroeste de la provincia de León por la que transcurren el río Sil y sus afluentes.
Esta gran hoya geográfica esta formada por un conjunto de pequeños valles en la zona de montaña, que dan paso a una amplia depresión en el interior. El Camino de Santiago atraviesa longitudinalmente este gran valle al que sólo se puede acceder bajando cualquiera de las altas montañas que lo protegen. Limita de forma natural con la provincia de León por el este y el sur, con Asturias por el norte, y da paso a Galicia por el oeste.
Esta tierra de contrastes abierta a la influencia atlántica, con una altitud de entre 400 y 2.000 metros, goza de un microclima suave, con una temperatura media de 12-13º C, una luminosidad extraordinaria que se traduce en más de 2.000 horas de sol a lo largo del año y un alto porcentaje de humedad, con precipitaciones que rondan los 700 mm. anuales.
La historia del viñedo en el Bierzo se remonta 2.000 años atrás en el tiempo cuando las legiones romanas de Trajano introdujeron el cultivo de la vid en la zona. Los monasterios de la Edad Media, principalmente los cistercienses, contribuyen a la expansión de la vid, atribuyéndole un papel relevante en la economía de la comarca.
Tras siglos de producción, a finales del siglo XIX la plaga de la filoxera ataca y destruye grandes superficies de cultivo y provoca la casi desaparición de ciertas castas. Los viticultores tardan mucho tiempo en replantar las laderas de viñedo, pero el gran resurgir de la viña berciana llega de la mano del movimiento cooperativista en la segunda mitad del siglo pasado, que en 1989 crea la Denominación de Origen Bierzo, y que en la actualidad agrupa a 49 bodegas, con 4.279 hectáreas de viñedo registrado, repartidas por 22 municipios de la comarca.
La viña y las uvas
Las cepas bercianas, plantadas mayoritariamente en vaso, se encuentran en dos zonas muy diferenciadas. En las laderas de las montañas el viñedo puede alcanzar altitudes próximas a los 800 metros, con suelos constituidos por una mezcla de elementos finos como cuarcitas y pizarras, pero con poca capa orgánica. La otra zona son los valles, más fértiles por la continua aportación de sedimentos minerales de las laderas. Pero es en la primera zona donde los expertos sitúan el futuro y el gran potencial de los vinos de la comarca.
Uno de los problemas principales de los productores que intentan transformar el sistema de viticultura tradicional berciano son las explotaciones minifundistas. Las parcelas de cepas centenarias están atomizadas, en cuanto a la propiedad, obligando a las bodegas a hacer un minucioso trabajo de concentración parcelaria y de recuperación del viñedo viejo. Esta característica ha echado atrás las intenciones de algún gran grupo productor, habituado a explotar por volumen.
El 85% de la producción de la zona está basada en la mencía, una de las grandes, profundas y personales castas de nuestro país. Localizada casi con exclusividad en esta zona, a excepción de pequeños brotes en la Ribeira Sacra y Valdeorras, en Galicia, y algunas manchas, poco importantes, en Asturias y Extremadura.
Esta uva, que algunos expertos consideraron antaño como emparentada con la francesa cabernet franc (dato desmentido por los estudios de su ADN), se caracteriza por su porte medio, sus racimos cilíndricos y su piel blanda. Es una casta tinta que requiere de unas condiciones muy particulares para que alcance todo su potencial. La ubicación de la parcela, la orientación y los perfiles del suelo aportarán a los vinos potentes y de profundo color púrpura, un toque único de acidez y frescura.
La garnacha tintorera, posfiloxérica, es la otra variedad tinta que se cultiva en la zona. En cuanto a las blancas, la Denominación autoriza las castas godello y doña nlanca, como principales, además de la palomino (o jerez) y malvasía. Y en fase experimental, a la espera de ser normalizadas por el nuevo reglamento de la Denominación que debería entrar en vigor en el próximo año en adaptación a la nueva ley del vino (Ley 24/2003 del 10 de julio), están las tintas tempranillo, merlot y cabernet sauvignon que serán utilizadas para mejorar el periodo de cría y la longevidad de los crianzas y reservas a base de mencía. Y como castas experimentales blancas la chardonnay y la gewürztraminer, muy introducida ésta ya para vinos de fuera de la DO, y con buenos resultados.
Los vinos
Una vez superados los ancestrales recelos al potencial de envejecimiento de la mencía, con los procesos actuales de viticultura, los rendimientos bajos de las viñas en ladera, la meticulosa selección de las maderas y las refinadas técnicas de vinificación, los vinos a base de esta variedad se muestran en toda su plenitud, dando origen a soberbios vinos, potentes, equilibrados y de profundo color, de agradable acidez frutal, fino aroma, con marcado carácter mineral y con una deliciosa estructura de taninos jugosos y aterciopelados.
Los vinos jóvenes ofrecen un hermoso color púrpura con tonalidades violáceas, con nariz muy frutal y notas minerales. Los rosados son inusualmente aromáticos, caracterizados por el color rosa pálido anaranjado, con aromas primarios que delatan la presencia de la mencía y de carácter afrutado. Los vinos blancos, de notable importancia, son vinos del año, sin apenas experiencias de blancos con paso por madera, y se caracterizan por el color amarillo pajizo, con aromas primarios intensos y de carácter marcadamente frutal. Las castas godello y doña blanca proporcionan vinos blancos delicados y muy aromáticos.
El Bierzo es una de las zonas vinícolas actuales más fascinantes y de mayor potencial. Sus vinos cuentan con una enorme personalidad y elegancia, no muy habitual en el globalizado panorama vitivinícola nacional, y comienzan a tener amplio reconocimiento en la órbita internacional de los grandes vinos.