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Duro, carismático, inflexible y con aspecto de galán latino, Victorino Alonso acostumbra a recorrer durante jornadas sus posesiones subterráneas con el ánimo de dar ejemplo a sus trabajadores. Pocos dudan de su cualidades como empresario. Pero, sobre todo, Alonso es un superviviente. Lleva más de una década sorteando procedimientos judiciales y administrativos pero todavía nadie ha podido poner coto a su pujante imperio minero.
El imperio Alonso
Compra a compra, el empresario leonés ha salvado explotaciones en crisis y a punto de cerrar en España y en el extranjero
29.06.08 -
*Duro, carismático, inflexible y con aspecto de galán latino, Victorino Alonso acostumbra a recorrer durante jornadas sus posesiones subterráneas con el ánimo de dar ejemplo a sus trabajadores. Pocos dudan de su cualidades como empresario. Pero, sobre todo, Alonso es un superviviente. Lleva más de una década sorteando procedimientos judiciales y administrativos pero todavía nadie ha podido poner coto a su pujante imperio minero.
Compra a compra, ha salvado explotaciones en crisis y a punto de cerrar no sólo en España sino también en el extranjero. En 1995, acudió a Polonia y Ucrania junto a un consejero de la Junta de Castilla y León para convencerle de que las ayudas oficiales del Ejecutivo tenían un «destino social» para las cuencas de El Bierzo.
Ingeniero de Minas por Madrid, Alonso comenzó a mediados de los ochenta, y a partir del embrión de las empresas heredadas de su padre, a comprar pequeñas explotaciones para hacerse con su cupo de carbón subvencionado por el Estado. Cerró muchas y trasladó esos cupos a explotaciones más modernas y rentables de su grupo minero, la Unión Minera del Norte (Uminsa), que hoy cuenta con un cupo de carbón cercano a los tres millones de toneladas.
Compra bajo sospecha
En 1994 y tras pagar 2.000 millones de las antiguas pesetas logró hacerse con el control de una de las joyas de la corona: Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP), creada en 1918 y declarada en quiebra a mediados de los noventa. Aplicó sus métodos y la sacó adelante.
La adquisición fue investigada por un juez de León tras cuestinarse la solvencia del empresario, que había declarado en otro tribunal que sólo era dueño de una moto Montesa valorada en 11.000 pesetas. Ajeno a las acusaciones, Alonso se concentró en la compra de empresas del sector como Coto Minero del Sil, Minas Tormaleo, Carlenor o Uminsa.
Hoy controla un auténtico imperio minero y sigue extendiendo sus tentáculos hacia Asturias, donde ya controla más del 55% del total de la producción regional. El poder de Victorino Alonso en el carbón español es absoluto. Él pone las reglas. Y si no se cumplen, no hay carbón.
