En los últimos tiempos, esos vinos han recibido muy buenas puntuaciones de Jay Miller en el 'Wine Advocate' –a priori no nos parecen el tipo de vino que le gusta a Miller, aunque cada vez pensamos más que le gusta todo…– lo que, unido a la limitada disponibilidad de muchas de sus 'cuvées', ha disparado la demanda.
Un poco de historia…
Sin embargo, esto no es fruto de un plan bien meditado. Al contrario… Raúl Pérez Pereira nació en 1972 en Valtuille de Abajo, localidad berciana entre Cacabelos y Villafranca del Bierzo, que en la actualidad cuenta con la impresionante población de 153 personas. Pese a haber nacido en una familia de larga tradición viticultora, en una región productora de vinos y en un pueblo en el que prácticamente sólo hay viñedos y vinos, Raúl no estaba interesado en el vino. Ni lo más mínimo. No tenía ninguna intención de dedicarse al vino. ¡Ni siquiera lo bebía! Su intención era hacerse médico… Pero un día el vino –inexorablemente– se cruzó en su camino, y quedó enganchado.
Empezó en 1993 en la bodega familiar, Castro Ventosa, mucho antes de que empezara la revolución del Bierzo, de la que de alguna forma fue el catalizador, una pieza fundamental; en 1999, en Castro Ventosa, ayudó a Ricardo Pérez Palacios y su tío Álvaro Palacios a fermentar 30.000 kilos de uva que se convirtieron en los primeros vinos de Descendientes de J. Palacios. Allí también elaboró algunos magníficos vinos, como el Ardai Cepas Centenarias de esa misma añada, 1999.
En Castro Ventosa pasó 10 años, y en la actualidad, este mismo año, ha vuelto a colaborar en la bodega familiar. Sin embargo esto no era suficiente para el joven Pérez, que necesitaba hacer cosas diferentes, expresarse, descubrir otras regiones… Además de ser el director técnico de Bodegas Estefanía también en Bierzo, donde produce varias etiquetas bajo la marca Tilenus, empezó a hacer sus propios vinos, a asesorar a otras bodegas, a explorar uvas olvidadas, a recuperar viñedos al borde de la extinción, y creó su propia compañía…
Raúl Pérez Bodegas y Viñedos no es una bodega en el sentido tradicional de la que les podamos contar donde está, la extensión de su viñedo, las marcas que hace… Raúl es un espíritu libre, hace y deshace, va de aquí para allá, no para de inventar, de maquinar, de probar, de cambiar y de volver a cambiar… Trabaja con viñedos propios, con uvas compradas o prestadas, en su bodega o en la de otro, en una denominación, en otra o en ninguna, pues a menudo sus vinos desconciertan a burócratas administrativos. Hace blancos o tintos, y también dulces. (¿Espumosos y fortificados? Si todavía no, ya vendrán...). En España pero también fuera. Recientemente hizo una presentación de 'sus productores' y sus vinos. Es un evento anual, en el que se juntan más de 80 vinos diferentes, “y no estaban todos”, nos comenta. Posiblemente ni siquiera sabe el número de vinos en los que está metido...
Sus vinos están a menudo en el límite. “Probamos a hacer cosas diferentes. Me gusta que la uva esté madura, y me interesan las uvas autóctonas. No queremos hacer lo mismo que todo el mundo, queremos vinos que se expresen, que tengan su personalidad que los diferencie de los demás. Si no nos gusta el resultado de lo que probamos, no lo sacamos y punto. Es la ventaja de trabajar con pequeños lotes. Eso obviamente no lo podría hacer con vinos de producción mayor”. Se interviene lo menos posible, se usa poco sulfuroso, no se filtra, no se estabiliza. A menudo los vinos son frágiles y pueden sobrepasar ese límite… Es el precio que se paga, pero el que compre una de estas botellas lo tiene que saber.
Rompe con las normas, llega hasta el límite, y a veces cruza la línea, cruza fronteras, es de todo excepto convencional. Nosotros diríamos que es un genio. Es libre, un espíritu salvaje, que hace vinos personales, que van desde un increíble albariño (el Sketch) del que envejece bajo el mar las botellas que se queda para compartir con los amigos, a un salvaje A Trabe junto a José Luís Mateo en Monterrei, de una viña a caballo entre España y Portugal…
…y de geografía… ¡líquida!
Pero vayamos por partes. Ya hemos mencionado la bodega familiar Castro Ventosa, el trabajo 'full–time' en Estefanía y su propia aventura. Miremos con más detalle a lo que hace en la actualidad (para dentro de un año no les garantizamos nada) a ver si podemos echar un poco de luz sobre la confusión que hay con tantos vinos, tantas zonas, tantas maneras de trabajar… En este momento para su propia compañía hace vinos en Bierzo, León, Rías Baixas, Ribeira Sacra y Monterrei. Después de mucho tiempo sin una bodega propia acaba de inaugurar, no una… ¡sino dos! Ha comprado una antigua bodega en Salas de los Barrios, en el Bierzo, donde se ha quedado con todo, instalaciones, viñedo, y hasta el vino que tenían. Ha restaurado las instalaciones, y allí hace la gama Ultreia del Bierzo.
'Ultreia' era el saludo en latín de los peregrinos del Camino de Santiago, algo así como 'adelante' o 'continúa' y lo tenía pensado como nombre del proyecto, aunque se quedó en una marca bajo la que hay diferentes vinos. En Bierzo son tres tintos de mencía, Ultreia Saint Jacques –en homenaje al Camino de Santiago…– carnoso, criado 12 meses en fudres ovalados de 1.500 litros con 'bâtonnage'. Perfumado y floral, frambuesas y grafito con acento borgoñón. Este vino es la excepción a la regla, con una producción de unas 15.000 botellas. Producción 'casi industrial', pensarán ustedes. Representa una de las mejores relaciones calidad/precio de toda España.
Hay también un Ultreia 'sin más' (que en Estados Unidos se comercializa como Vico…), y un Ultreia de Valtuille, el tope de gama, de las cepas más viejas, plantadas en 1880 con exposición sur, del que hizo 1.900 botellas en la primera añada, 2005. El blanco Ultreia La Claudina está hecho con godello del Bierzo, de una producción limitadísima, y saltó al estrellato al recibir una puntuación desorbitada de Jay Miller. Pero Ultreia no es exclusivo de Bierzo, hay también un Ultreia do Douro que ha elaborado en Portugal en la bodega de Dirk Niepoort. Y oímos Ultreia La Cova, que no nos acordamos de donde es…
En Bierzo también tiene pinot noir, “todos aspiramos a hacer un pinot noir, Borgoña es la gran fuente de inspiración”, que sale con la marca La Tentación, y que sorprende, por su fruta roja fresca y especiado, por ser 'muy pinot noir', algo que en España no es frecuente…
La segunda bodega está en Valdevimbre, provincia de León, tierra de prieto picudo, en donde se ha hecho con una cava subterránea de los años 20, de la que ha conservado la estructura pero renovado completamente el interior. Está trabajando con la prieto picudo, una casta en la que tiene mucha fe, pero que es muy tánica y necesita una vinificación suave, y con su alta acidez necesita una crianza larga en madera… Del 2009 tiene un vino llamado Delitto e Castigo (igual que una tienda de ropa 'super–fashion' de Madrid, con la misma grafía e imagen) de viñas de más de 100 años con 17 meses de crianza en madera, que es un auténtico diamante en bruto: en calidad y dureza.
El caso es que aquí El Pecado vino antes que La Tentación. Déjennos que nos expliquemos. Ya les hemos contado de este nuevo pinot noir llamado La Tentación, pero no de uno de sus vinos más exitosos, que se denomina El Pecado. Se trata de un vino de Ribeira Sacra, la zona que para Raúl tiene más potencial “pero en la que el freno sigue siendo todavía la [deficiente] viticultura”. El Pecado se hace en Adegas Guímaro, de un viejo viñedo de ladera, que se elabora, parte pisando los racimos enteros, y otra parte despalillando fermentado en tinas abiertas.
Aquí Raúl no trabaja ni asesora, pero quería hacer un vino; así que la mitad se la queda él, y la otra mitad la bodega, que luego vende con la marca Guímaro B1P. Así que hay dos vinos iguales, con marcas diferentes, aunque en algunas ocasiones los consejos reguladores rechazan los vinos y tiene que adoptar diferentes estrategias. Este es un 'modus operandi' que utiliza en distintos sitios. Le comentamos que esta sinonímia (aunque también hay polisemia) puede confundir al consumidor, a lo cual nos responde: “Si quieres hacer un vino en una bodega, ¿cómo lo haces? ¿Te quedas con lo mejor para ti? ¿Te llevas las viñas de sus mejores viñedos? Pues no, lo hacemos lo mejor que podamos, y nos beneficiamos ambos, la mitad para mí, y la otra mitad para ti. Además de estos vinos de lo que hablamos, se hacen cantidades muy pequeñas, son vinos que casi no están en el mercado. Los compradores de estos vinos los conocen”.
La bodega que sí asesora en Ribeira Sacra es Algueira, donde la gama alta incluye los recomendadísimos Algueira Pizarra y Algueira Merenzao, de una uva de poco color y mucha personalidad también conocida por bastardo y que no es ni más ni menos que la tinta trousseau del Jura.... Aquí está desde hace tiempo, y ha producido los que para mucho son los vinos más finos y elegantes de la zona.
Rías Baixas, Monterrei,…
En Rías Baixas ha desarrollado una importante relación con Forjas del Salnés, de Rodrigo Méndez, a quienes asesora y de quienes se surte para hacer algunos vinos propios. Los blancos de Forjas se venden como Leirana –hay tres distintos– y los tintos como Goliardo (con el subtítulo Tintos de Mar), hasta el momento un caíño tinto (pura pimienta negra, ultra especiado), un loureiro tinto algo más convencional y un sorprendente espadeiro tinto a medio camino entre los dos anteriores, que es nuestro favorito. Y acabamos de descubrir que también están haciendo un Goliardo pinot noir... El Sketch de Raúl, que lleva el nombre de su bar favorito en Londres, es un albariño sin maloláctica de una viña que está muy cercana al mar, que imparte un carácter innegablemente salino al vino. La versión de albariño envejecida en foudres la llama Muti.
Tanto aquí como en cualquiera de las bodegas hay vinos que se producen una única vez, porque ocurre algo excepcional que da lugar a un vino diferente, que les interesa, pero que no es repetible, o no van a forzar. Es el caso del Leirana a Escusa, un albariño sin maloláctica –que es la manera habitual en la que le gustan los blancos– en el que se paró la fermentación de forma natural, quedó con algo de azúcar, les gustó, y en vez de forzar a que terminara de fermentar lo dejaron así…
Cambiando de tercio, Monterrei es una denominación totalmente olvidada, centrada en Verín, en la provincia de Orense, en la que también ha trabajado mucho, junto a José Luís Mateo de Quinta da Muradella. Aquí asesora con la extensa gama de vinos de la bodega, que incluye Alanda (mezcla de fincas), Gorvia (de un solo viñedo), Quinta da Muradella de diferentes castas (bastardo, sousón, albarello) o de viñas específicas (Finca del Notario), algunos vinos de finca plantados con variedades ancestrales mezcladas (Mallada do Xordo y Castrillo) y tienen un vino a medias (que nosotros hemos visto etiquetado como un vino de Raúl y también de ambos a la vez, A Trabe. Va subtitulado “Viticultura de Montaña”, y proviene de un único viñedo plantado con castas tintas: 35% bastardo (merenzao o trousseau), 25% mencía, 20% zamarrica, 10% verdello tinto, 5% serodia tinta y 5% garnacha tintorera. ¡Toma ya!
Fuera de su zona de acción principal, en Madrid asesora una bodega nueva, creada tan recientemente como 2006 por Juan Díez Bulnes y Santiago Matallana Bulnes. El proyecto se llama Bernabeleva y está en San Martín de Valdeiglesias, al borde de la Sierra de Gredos, donde trabajan principalmente con garnachas de diferentes parcelas: Camino de Navaherreros, Navaherreros, Carril del Rey, Arroyo del Tortolas y Viña Bonita. Los vinos tienen un perfil muy diferente a los gallegos, con mucha más madurez y grado, pero sin resultar ni pesados ni alcohólicos. De hecho por eso le buscaron. Raúl ya había hecho algunos pinitos en la zona, con algunos vinos a medias con amigos, como El Reventón, también una garnacha vieja de Cebreros en colaboración con Dani Jiménez Landi de Bodegas Jiménez Landi.
¿Vinos? ¿Qué vinos?
¡Ah!, ahora que mencionamos que las garnachas son diferentes de los otros vinos nos dicen… ¿qué no hemos contado cómo son sus vinos? Pues aunque parezca mentira, todos tienen algo en común, y es que ¡son todos distintos! Bueno, pero algo más, diríamos que son vinos muy personales, expresivos, frescos, jamás dominados por la madera –“si tienes buena acidez en el vino, no se marca la madera, el problema viene cuando no hay acidez”, nos asegura– fermentados siempre con sus levaduras autóctonas, nítidos, muchos de ellos de marcado carácter atlántico (piensen en tintos del Loira), en los que no destaca el color, tampoco interfieren las notas lácteas tan abundantes últimamente, sabrosos, incluso salinos… ¿diríamos que minerales? Estamos tentados de decir 'tradicionales' pero no lo son en el sentido estricto… Digamos que de estilo 'tradicional puesto al día'. Desde luego no son vinos modernos ni comerciales, no son para todos, no son vinos para epatar, son vinos para disfrutar de verdad, pero a los que hay que escuchar.
Al probar algunas de las últimas novedades nos explica: “Los blancos los estamos haciendo cada vez más con las pieles, incluso los racimos enteros, como si se tratara de tintos. Y en los tintos la tendencia es hacer cada vez más el vino con raspón, y en general fermentando en tinos o fudres, en volúmenes grandes de madera usada, no en acero inoxidable”. Tanto en sus instalaciones como en otras en las que colabora (Quinta da Muradella), hay más tinos grande de madera ovalados, que considera respetan el vino pero contribuyen a la crianza necesaria. Hace tiempo que tenemos clarísimo que la barrica no es necesariamente el camino, y aquí (o si tienen suerte de probar el Robustus de Niepoort también lo pueden ver) hay prueba más que suficiente.
Últimamente anda con cosas más multitudinarias: probamos un blanco que viene de diferentes uvas de diferentes bodegas y diferentes denominaciones, y luego se ensambla en uno, y que llevará el nombre de Rosa dos Ventos. Otro de los proyectos más nuevos se llama Geografía Líquida, en el que hay mucha gente involucrada con el objetivo de hacer vinos jóvenes en diferentes regiones, proyecto del que hemos probado un mencía llamado Dargo, pura fruta, puro disfrute sin complicaciones. También ha hecho un vino en Sudáfrica con Eben Sadie, uno de los artífices de Terroir al Lìmit en Priorat y propietario de Columella en el continente africano, una mezcla de monastrell y syrah llamada Cabo Tormentas. Nos asegura que le gustaría hacer algo en Chile o Argentina, y que ya le ha echado el ojo al rufete que hay tanto en Douro como en Salamanca…
Raúl Pérez… ¡no hay quién lo pare!
Un poco de historia…
Sin embargo, esto no es fruto de un plan bien meditado. Al contrario… Raúl Pérez Pereira nació en 1972 en Valtuille de Abajo, localidad berciana entre Cacabelos y Villafranca del Bierzo, que en la actualidad cuenta con la impresionante población de 153 personas. Pese a haber nacido en una familia de larga tradición viticultora, en una región productora de vinos y en un pueblo en el que prácticamente sólo hay viñedos y vinos, Raúl no estaba interesado en el vino. Ni lo más mínimo. No tenía ninguna intención de dedicarse al vino. ¡Ni siquiera lo bebía! Su intención era hacerse médico… Pero un día el vino –inexorablemente– se cruzó en su camino, y quedó enganchado.
Empezó en 1993 en la bodega familiar, Castro Ventosa, mucho antes de que empezara la revolución del Bierzo, de la que de alguna forma fue el catalizador, una pieza fundamental; en 1999, en Castro Ventosa, ayudó a Ricardo Pérez Palacios y su tío Álvaro Palacios a fermentar 30.000 kilos de uva que se convirtieron en los primeros vinos de Descendientes de J. Palacios. Allí también elaboró algunos magníficos vinos, como el Ardai Cepas Centenarias de esa misma añada, 1999.
En Castro Ventosa pasó 10 años, y en la actualidad, este mismo año, ha vuelto a colaborar en la bodega familiar. Sin embargo esto no era suficiente para el joven Pérez, que necesitaba hacer cosas diferentes, expresarse, descubrir otras regiones… Además de ser el director técnico de Bodegas Estefanía también en Bierzo, donde produce varias etiquetas bajo la marca Tilenus, empezó a hacer sus propios vinos, a asesorar a otras bodegas, a explorar uvas olvidadas, a recuperar viñedos al borde de la extinción, y creó su propia compañía…
Raúl Pérez Bodegas y Viñedos no es una bodega en el sentido tradicional de la que les podamos contar donde está, la extensión de su viñedo, las marcas que hace… Raúl es un espíritu libre, hace y deshace, va de aquí para allá, no para de inventar, de maquinar, de probar, de cambiar y de volver a cambiar… Trabaja con viñedos propios, con uvas compradas o prestadas, en su bodega o en la de otro, en una denominación, en otra o en ninguna, pues a menudo sus vinos desconciertan a burócratas administrativos. Hace blancos o tintos, y también dulces. (¿Espumosos y fortificados? Si todavía no, ya vendrán...). En España pero también fuera. Recientemente hizo una presentación de 'sus productores' y sus vinos. Es un evento anual, en el que se juntan más de 80 vinos diferentes, “y no estaban todos”, nos comenta. Posiblemente ni siquiera sabe el número de vinos en los que está metido...
Sus vinos están a menudo en el límite. “Probamos a hacer cosas diferentes. Me gusta que la uva esté madura, y me interesan las uvas autóctonas. No queremos hacer lo mismo que todo el mundo, queremos vinos que se expresen, que tengan su personalidad que los diferencie de los demás. Si no nos gusta el resultado de lo que probamos, no lo sacamos y punto. Es la ventaja de trabajar con pequeños lotes. Eso obviamente no lo podría hacer con vinos de producción mayor”. Se interviene lo menos posible, se usa poco sulfuroso, no se filtra, no se estabiliza. A menudo los vinos son frágiles y pueden sobrepasar ese límite… Es el precio que se paga, pero el que compre una de estas botellas lo tiene que saber.
Rompe con las normas, llega hasta el límite, y a veces cruza la línea, cruza fronteras, es de todo excepto convencional. Nosotros diríamos que es un genio. Es libre, un espíritu salvaje, que hace vinos personales, que van desde un increíble albariño (el Sketch) del que envejece bajo el mar las botellas que se queda para compartir con los amigos, a un salvaje A Trabe junto a José Luís Mateo en Monterrei, de una viña a caballo entre España y Portugal…
…y de geografía… ¡líquida!
Pero vayamos por partes. Ya hemos mencionado la bodega familiar Castro Ventosa, el trabajo 'full–time' en Estefanía y su propia aventura. Miremos con más detalle a lo que hace en la actualidad (para dentro de un año no les garantizamos nada) a ver si podemos echar un poco de luz sobre la confusión que hay con tantos vinos, tantas zonas, tantas maneras de trabajar… En este momento para su propia compañía hace vinos en Bierzo, León, Rías Baixas, Ribeira Sacra y Monterrei. Después de mucho tiempo sin una bodega propia acaba de inaugurar, no una… ¡sino dos! Ha comprado una antigua bodega en Salas de los Barrios, en el Bierzo, donde se ha quedado con todo, instalaciones, viñedo, y hasta el vino que tenían. Ha restaurado las instalaciones, y allí hace la gama Ultreia del Bierzo.
'Ultreia' era el saludo en latín de los peregrinos del Camino de Santiago, algo así como 'adelante' o 'continúa' y lo tenía pensado como nombre del proyecto, aunque se quedó en una marca bajo la que hay diferentes vinos. En Bierzo son tres tintos de mencía, Ultreia Saint Jacques –en homenaje al Camino de Santiago…– carnoso, criado 12 meses en fudres ovalados de 1.500 litros con 'bâtonnage'. Perfumado y floral, frambuesas y grafito con acento borgoñón. Este vino es la excepción a la regla, con una producción de unas 15.000 botellas. Producción 'casi industrial', pensarán ustedes. Representa una de las mejores relaciones calidad/precio de toda España.
Hay también un Ultreia 'sin más' (que en Estados Unidos se comercializa como Vico…), y un Ultreia de Valtuille, el tope de gama, de las cepas más viejas, plantadas en 1880 con exposición sur, del que hizo 1.900 botellas en la primera añada, 2005. El blanco Ultreia La Claudina está hecho con godello del Bierzo, de una producción limitadísima, y saltó al estrellato al recibir una puntuación desorbitada de Jay Miller. Pero Ultreia no es exclusivo de Bierzo, hay también un Ultreia do Douro que ha elaborado en Portugal en la bodega de Dirk Niepoort. Y oímos Ultreia La Cova, que no nos acordamos de donde es…
En Bierzo también tiene pinot noir, “todos aspiramos a hacer un pinot noir, Borgoña es la gran fuente de inspiración”, que sale con la marca La Tentación, y que sorprende, por su fruta roja fresca y especiado, por ser 'muy pinot noir', algo que en España no es frecuente…
La segunda bodega está en Valdevimbre, provincia de León, tierra de prieto picudo, en donde se ha hecho con una cava subterránea de los años 20, de la que ha conservado la estructura pero renovado completamente el interior. Está trabajando con la prieto picudo, una casta en la que tiene mucha fe, pero que es muy tánica y necesita una vinificación suave, y con su alta acidez necesita una crianza larga en madera… Del 2009 tiene un vino llamado Delitto e Castigo (igual que una tienda de ropa 'super–fashion' de Madrid, con la misma grafía e imagen) de viñas de más de 100 años con 17 meses de crianza en madera, que es un auténtico diamante en bruto: en calidad y dureza.
El caso es que aquí El Pecado vino antes que La Tentación. Déjennos que nos expliquemos. Ya les hemos contado de este nuevo pinot noir llamado La Tentación, pero no de uno de sus vinos más exitosos, que se denomina El Pecado. Se trata de un vino de Ribeira Sacra, la zona que para Raúl tiene más potencial “pero en la que el freno sigue siendo todavía la [deficiente] viticultura”. El Pecado se hace en Adegas Guímaro, de un viejo viñedo de ladera, que se elabora, parte pisando los racimos enteros, y otra parte despalillando fermentado en tinas abiertas.
Aquí Raúl no trabaja ni asesora, pero quería hacer un vino; así que la mitad se la queda él, y la otra mitad la bodega, que luego vende con la marca Guímaro B1P. Así que hay dos vinos iguales, con marcas diferentes, aunque en algunas ocasiones los consejos reguladores rechazan los vinos y tiene que adoptar diferentes estrategias. Este es un 'modus operandi' que utiliza en distintos sitios. Le comentamos que esta sinonímia (aunque también hay polisemia) puede confundir al consumidor, a lo cual nos responde: “Si quieres hacer un vino en una bodega, ¿cómo lo haces? ¿Te quedas con lo mejor para ti? ¿Te llevas las viñas de sus mejores viñedos? Pues no, lo hacemos lo mejor que podamos, y nos beneficiamos ambos, la mitad para mí, y la otra mitad para ti. Además de estos vinos de lo que hablamos, se hacen cantidades muy pequeñas, son vinos que casi no están en el mercado. Los compradores de estos vinos los conocen”.
La bodega que sí asesora en Ribeira Sacra es Algueira, donde la gama alta incluye los recomendadísimos Algueira Pizarra y Algueira Merenzao, de una uva de poco color y mucha personalidad también conocida por bastardo y que no es ni más ni menos que la tinta trousseau del Jura.... Aquí está desde hace tiempo, y ha producido los que para mucho son los vinos más finos y elegantes de la zona.
Rías Baixas, Monterrei,…
En Rías Baixas ha desarrollado una importante relación con Forjas del Salnés, de Rodrigo Méndez, a quienes asesora y de quienes se surte para hacer algunos vinos propios. Los blancos de Forjas se venden como Leirana –hay tres distintos– y los tintos como Goliardo (con el subtítulo Tintos de Mar), hasta el momento un caíño tinto (pura pimienta negra, ultra especiado), un loureiro tinto algo más convencional y un sorprendente espadeiro tinto a medio camino entre los dos anteriores, que es nuestro favorito. Y acabamos de descubrir que también están haciendo un Goliardo pinot noir... El Sketch de Raúl, que lleva el nombre de su bar favorito en Londres, es un albariño sin maloláctica de una viña que está muy cercana al mar, que imparte un carácter innegablemente salino al vino. La versión de albariño envejecida en foudres la llama Muti.
Tanto aquí como en cualquiera de las bodegas hay vinos que se producen una única vez, porque ocurre algo excepcional que da lugar a un vino diferente, que les interesa, pero que no es repetible, o no van a forzar. Es el caso del Leirana a Escusa, un albariño sin maloláctica –que es la manera habitual en la que le gustan los blancos– en el que se paró la fermentación de forma natural, quedó con algo de azúcar, les gustó, y en vez de forzar a que terminara de fermentar lo dejaron así…
Cambiando de tercio, Monterrei es una denominación totalmente olvidada, centrada en Verín, en la provincia de Orense, en la que también ha trabajado mucho, junto a José Luís Mateo de Quinta da Muradella. Aquí asesora con la extensa gama de vinos de la bodega, que incluye Alanda (mezcla de fincas), Gorvia (de un solo viñedo), Quinta da Muradella de diferentes castas (bastardo, sousón, albarello) o de viñas específicas (Finca del Notario), algunos vinos de finca plantados con variedades ancestrales mezcladas (Mallada do Xordo y Castrillo) y tienen un vino a medias (que nosotros hemos visto etiquetado como un vino de Raúl y también de ambos a la vez, A Trabe. Va subtitulado “Viticultura de Montaña”, y proviene de un único viñedo plantado con castas tintas: 35% bastardo (merenzao o trousseau), 25% mencía, 20% zamarrica, 10% verdello tinto, 5% serodia tinta y 5% garnacha tintorera. ¡Toma ya!
Fuera de su zona de acción principal, en Madrid asesora una bodega nueva, creada tan recientemente como 2006 por Juan Díez Bulnes y Santiago Matallana Bulnes. El proyecto se llama Bernabeleva y está en San Martín de Valdeiglesias, al borde de la Sierra de Gredos, donde trabajan principalmente con garnachas de diferentes parcelas: Camino de Navaherreros, Navaherreros, Carril del Rey, Arroyo del Tortolas y Viña Bonita. Los vinos tienen un perfil muy diferente a los gallegos, con mucha más madurez y grado, pero sin resultar ni pesados ni alcohólicos. De hecho por eso le buscaron. Raúl ya había hecho algunos pinitos en la zona, con algunos vinos a medias con amigos, como El Reventón, también una garnacha vieja de Cebreros en colaboración con Dani Jiménez Landi de Bodegas Jiménez Landi.
¿Vinos? ¿Qué vinos?
¡Ah!, ahora que mencionamos que las garnachas son diferentes de los otros vinos nos dicen… ¿qué no hemos contado cómo son sus vinos? Pues aunque parezca mentira, todos tienen algo en común, y es que ¡son todos distintos! Bueno, pero algo más, diríamos que son vinos muy personales, expresivos, frescos, jamás dominados por la madera –“si tienes buena acidez en el vino, no se marca la madera, el problema viene cuando no hay acidez”, nos asegura– fermentados siempre con sus levaduras autóctonas, nítidos, muchos de ellos de marcado carácter atlántico (piensen en tintos del Loira), en los que no destaca el color, tampoco interfieren las notas lácteas tan abundantes últimamente, sabrosos, incluso salinos… ¿diríamos que minerales? Estamos tentados de decir 'tradicionales' pero no lo son en el sentido estricto… Digamos que de estilo 'tradicional puesto al día'. Desde luego no son vinos modernos ni comerciales, no son para todos, no son vinos para epatar, son vinos para disfrutar de verdad, pero a los que hay que escuchar.
Al probar algunas de las últimas novedades nos explica: “Los blancos los estamos haciendo cada vez más con las pieles, incluso los racimos enteros, como si se tratara de tintos. Y en los tintos la tendencia es hacer cada vez más el vino con raspón, y en general fermentando en tinos o fudres, en volúmenes grandes de madera usada, no en acero inoxidable”. Tanto en sus instalaciones como en otras en las que colabora (Quinta da Muradella), hay más tinos grande de madera ovalados, que considera respetan el vino pero contribuyen a la crianza necesaria. Hace tiempo que tenemos clarísimo que la barrica no es necesariamente el camino, y aquí (o si tienen suerte de probar el Robustus de Niepoort también lo pueden ver) hay prueba más que suficiente.
Últimamente anda con cosas más multitudinarias: probamos un blanco que viene de diferentes uvas de diferentes bodegas y diferentes denominaciones, y luego se ensambla en uno, y que llevará el nombre de Rosa dos Ventos. Otro de los proyectos más nuevos se llama Geografía Líquida, en el que hay mucha gente involucrada con el objetivo de hacer vinos jóvenes en diferentes regiones, proyecto del que hemos probado un mencía llamado Dargo, pura fruta, puro disfrute sin complicaciones. También ha hecho un vino en Sudáfrica con Eben Sadie, uno de los artífices de Terroir al Lìmit en Priorat y propietario de Columella en el continente africano, una mezcla de monastrell y syrah llamada Cabo Tormentas. Nos asegura que le gustaría hacer algo en Chile o Argentina, y que ya le ha echado el ojo al rufete que hay tanto en Douro como en Salamanca…
Raúl Pérez… ¡no hay quién lo pare!
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Fecha de publicación en mundovino.com : 28.11.2010
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LUIS GUTIÉRREZ