El hombre que aparece en la foto, que pasea entre cepas vetustas bajo la lluvia, es Nemesio Fernández. Nemesio es el fundador de la bodega Casar de Burbia, patriarca de la familia que la trabaja, gallego de nacimiento y un enamorado hasta el tuétano del Bierzo (punto de unión entre Asturias, Castilla y León y Galicia). “Todo lo que yo le he dado a esta tierra, esta tierra me lo ha devuelto”, le gusta decir. La foto es de hace apenas unos días, estuvimos con él en el viñedo y emocionaba verle disfrutar sintiendo el terreno, escucharle hablar sobre cada pago, cada cepa y de cómo paso a paso dio forma a Casar de Burbia, resultado de un esfuerzo familiar ajeno a las prisas y de la buena voluntad de recoger lo sembrado. Así de simple, que no sencillo.
Nemesio comenzó en los ochenta a adquirir viñedos viejos a gran altitud -en la zona límite de cultivo de la montaña berciana-, en Valtuille de Arriba ('el valle aquel', decían los romanos), bastante abandonados por entonces. El motivo de este abandono era debido al escaso rendimiento de estas viñas vetustas, sobre todo al compararse con el de las cepas de la zona fértil del valle, situadas a menos altura. "Si algún día plantas ahí arriba no te va a dar nada, pero lo que te dé, eso va a ser oro", recuerda Nemesio que le decían los que le veían apostar por la zona alta del valle. Era una clara apuesta al largo plazo. Apuesta que hoy, con Isidro, hijo de Nemesio, al frente del proyecto, saben y sabemos que fue un presagio de éxito. Final feliz: grandes vinos, potentes, sorprendentes, frutales, minerales… Tierra berciana a fin de cuentas.
Esta división tan meticulosa no es una casualidad ni un capricho, responde a una forma de elaboración. Las uvas de cada pago son la materia prima de cada uno de los vinos de la bodega, lo que asegura que cuando uno bebe cada vino está saboreando un pago exacto del Bierzo.
El viñedo está estructurado en 42 pagos, clasificados según la altitud, orientación y características del terreno. Verlo es espectacular ya que se trata una gran ladera en forma de olla salpicada por viñas de hasta más de cien años. Paisaje a un lado, sigamos con el proceso: a partir del estudio y trabajo realizado en el terreno en vendimia, la bodega selecciona las uvas de mayor calidad con el objetivo de obtener la máxima expresión de esta joya varietal que es la mencía. Y así nacen sus vinos: Casar de Burbia, Hombros y Tebaida, que terminan de perfilarse en barrica, americana y francesa, según el vino y tiempo de crianza, para luego redondearse en la botella. La bodega elabora además otros dos tintos de edición muy limitada, Tebaida Nemesio y Tebaida Nº5, y dos blancos 100% godello, uno de ellos fermentado en barrica.
El vetusto viñedo de Casar de Burbia (Bierzo)
Hombros y Tebaida, cada uno en su segmento, son dos tintos expresivos, sensuales y potentes. Ambos, que componen la selección de El Club Todovino de este mes, llevan en su ADN 100% Mencía. Las uvas con las que se elaboran nacen de una selección de los pagos propiedad de la bodega, la mayor parte de ellos ubicados en laderas, con una altitud mínima de 600 metros, que proporcionan un terruño con trazas de pizarra, arcillas, aluminio y hierro típicos de la zona. La producción de la bodega no supera las 100.000 botellas (una cifra pequeña que se corresponde con el cuidado que empeñan).
Lo que se encuentra en en el interior de cada una de estas botellas es la máxima representación del terruño. Hombros particularmente nace de viñedos con edades de hasta mas de Los tres tintos de Casar de Burbia (Bierzo)100 años, que se podan y se deshojan con el propósito de potenciar las uvas situadas en la parte más alta de los racimos, lo que se denomina 'los hombros', que es de donde viene el nombre de este tinto. Tebaida, vino top de la bodega, nace de las cepas más altas del valle, donde la piedra y el mineral son los protagonistas. Isidro Fernández lo define muy gráficamente: "es un vino pensado para sentir la piedra y los minerales". Un vino para disfrutar lentamente. Este Bierzo no decepciona.